miércoles, 2 de febrero de 2022

Alas.

Yo ya no sé si esto se trata de reconstruir unas alas rotas o de arrancarlas de raíz para dar paso a otras que puedan crecer algún día.
Quizá no tenga nada que ver con mis alas, sino con el miedo a volar.
Porque una vez volé alto, volé libre. 
Me desprendí de los pesos que me anclaban al suelo, me quité la coraza con la que había ocultado mi corazón a los rayos del sol y volé, volé alto, tanto como pude...
Y se me quebraron las alas con un crujido tan fuerte que cuando lo recuerdo lo escucho nítido a través del tiempo. 
Caí en picado y sin remedio. 
Caí y golpeé fuerte el suelo con mi corazón desprotegido porque cuando ascendía confié en que ese viento jamás me haría daño.
Y ahora aquí, aún con las cicatrices visibles en mis alas, las marcas en mis huesos rotos, hay días de lluvia en los que noto ese dolor y dudo si seré capaz de sanar del todo, de curarme de ese miedo a volar otra vez.
De si hay ahí fuera un viento capaz de sostenerme; de si podré ser libre y sonreír en los cielos. 
O quizá mi vida está sólo en esta tierra marcada con mis huellas que buscan un camino.

Ya no sé si se trata de las alas o de mis pies.
Lo que sí sé es que necesito seguir creyendo que ahí adelante hay algo más para mí.





Si escuchas 🎼 Nuvole bianche mientras lees, te ayudará a conectarte con el texto. 

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Avanyárima: "lo que no debe ser contado".
¿O sí?
Este es mi blog poético, en el que doy libertad creativa a mi mente en una orgía de ensoñación, catársis e imaginación a partes iguales.

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