sábado, 22 de septiembre de 2012

Enhorabuena por vuestro enlace, Maya y Shin.


Maya siempre me dice que el verdadero amor consiste en hacer como Frodo: encontrar a tu propio Sam.

Esa persona que es tu verdadero amigo, que siempre va a estar a tu lado, apoyándote, riendo y llorando contigo, ofreciéndote su ayuda sin pedir nada a cambio. Ese ser generoso que es capaz de hacer cualquier cosa por ti, incluso acompañarte a los fuegos de Mordor a destruir el Anillo jugándose la vida, y que te levanta y ayuda a caminar cuando las fuerzas te flaquean.

Pensando en todo eso, yo ya estoy tranquila, porque sé que en ese sentido, Maya y Shin han encontrado a su Sam. Y a su Frodo, claro está.

Pero además de esa amistad que los une como a Frodo y Sam, hay en ellos una larga y bonita historia de amor. Son una de esas afortunadas parejas que nacieron para estar juntos y tuvieron la fortuna de encontrarse en el Camino que han decidido compartir hasta el final de sus pasos. Se asemejan en eso a Tolkien y su esposa Edith, y como ellos, esa unión, se refleja en la preciosa historia de dos de sus personajes que a continuación os resumiré. Esta historia trata sobre: Beren, príncipe de los hombres, y Lúthien princesa de los elfos.

“Se dice en la Balada de Leithian que Beren llegó tambaleándose a Doriath, con la cabeza cana y agobiado por muchos años de pesadumbre por el tormento del camino. Pero errando en el verano por los bosques de Neldoreth, se encontró con Lúthien, hija de los Reyes de Doriath, a la hora del atardecer, al elevarse la Luna, mientras ella bailaba sobre las hierbas del claro humbroso junto al rio. Entonces todo recuerdo de su doloroso pasado lo abandonó, y cayó en un encantamiento; Porque Lúthien era la más hermosa de todos los Hijos del dios Ilúvatar. Llevaba un vestido azul como el cielo sin nubes, pero sus ojos eran grises como la noche iluminada de estrellas; estaba el manto bordado con flores de oro, pero sus cabellos eran oscuros como las sombras del crepúsculo. Como la luz sobre las hojas de los árboles, como la voz de las aguas claras, como las estrellas sobre la niebla del mundo, así era la gloria y la belleza de Lúthien; y tenía en la cara una luz resplandeciente.
Pero ella desapareció de súbito, y él se quedó sin voz como presa de un hechizo, y durante mucho tiempo erró por los bosques buscándola. La llamó en su corazón Tinúviel que significa ruiseñor en la lengua de los elfos a los que ella pertenecía.
En la víspera de la primavera, poco antes del alba, Lúthien bailó en una colina verde; y de pronto, se puso a cantar. Era un canto que traspasaba el corazón como el canto de la alondra que se alza desde los portones de la noche y se vierte entre las estrellas agonizantes cuando el sol asoma tras las murallas del mundo; y el canto de Lúthien aflojó las ataduras del invierno, y las aguas congeladas hablaron, y las flores brotaron de la tierra fría por la que ella había pisado.
En ese momento el hechizo de silencio cesó de repente, y Beren la llamó, gritando Tinúviel; y los bosques devolvieron el eco del nombre. Entonces ella se detuvo maravillada y no huyó más, y Beren se le aproximó. Pero cuando Tinúviel lo miró, la mano del destino cayó sobre ella, y lo amó...”
Os deseo todo lo mejor, amigos..



Lúthien

sábado, 25 de febrero de 2012

A ti, papá.

Extraído de "Coplas a la muerte de mi padre", de JORGE MANRIQUE

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenescemos;
así que, cuando morimos
descansamos.


Hasta luego, Leo.

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Avanyárima: "lo que no debe ser contado".
¿O sí?
Este es mi blog poético, en el que doy libertad creativa a mi mente en una orgía de ensoñación, catársis e imaginación a partes iguales.

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