domingo, 3 de abril de 2011

Mirando al horizonte desde el tren...

Miro atrás y recuerdo...

...Recuerdo cómo te movías entre la luz y la sombra, intentando ignorar el calor de aquel bar que aturullaba nuestros sentidos, mientras la cerveza fría trataba de calmar una sed que no sabíamos de dónde venia.


...Los cruces furtivos de nuestras miradas, que trataban de encender un fuego que llevaba apagado en mi interior toda una eternidad.
Mi espíritu contradictorio no sabía si quería encenderlo contigo, o si ese calor que brotaba era producto de un anhelo más antiguo que el Tiempo.

Miro atrás y recuerdo...

... cómo finalmente mis ojos buscaron los tuyos. Claros. Puros.
Mis labios te susurraron unas palabras y la pregunta, mi duda, se resolvió con un beso. Dulce. Lento.
Una chispa lanzada de tu corazón al mío prendió en esa hoguera.

Me sonreíste y buscaste mi boca para beberme un poco más.

Me sentía pequeña a tu lado, pero tu abrazo me reconfortaba tanto que no me importó nada más.
Sin embargo, las tinieblas de la distancia separaron tu corazón del mío, tu cuerpo del mío. Tu vida de mí. Ya no podía ver como tu ojos, se clavaban en los míos...

A aún hoy, pese a la distancia, miro atrás y recuerdo, con una sonrisa en los labios, cuan profundo llegaste en mi alma, pues fuiste el único con valor para pronunciar ese hechizo de dos palabras que rompe la cerradura que la guarda.

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Avanyárima: "lo que no debe ser contado".
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