Se nos escapa la arena del reloj de la Vida y no podemos hacer nada para evitarlo. Miramos atrás con los ojos de la memoria, imaginamos cómo habría sido si aquello que cambió nuestro camino hubiese sido distinto.
O si hubiésemos hecho esto...o lo otro.
Si hubiésemos llegado antes o marchado más tarde.
Si hubiésemos estado o nunca existido.
Si...
O si hubiésemos hecho esto...o lo otro.
Si hubiésemos llegado antes o marchado más tarde.
Si hubiésemos estado o nunca existido.
Si...
Se nos desliza el reloj de la mano para recordarnos que en realidad no nos pertenece. Que somos sólo un recipiente lleno de arena, lleno de memorias, deseos, besos y personas. Que somos nosotros pero también somos ellos. Somos también lo que nos rodea.
Que andamos solos nuestro Camino, pues a solas hemos de traspasar la Última Puerta.
Pero durante nuestra andadura, vamos llenando el petate de odios y amores, de ilusiones y llantos, de alegrías y enfados. De aquellos que quisimos y nos amaron; pero también de los que nos decepcionaron.
Que andamos solos nuestro Camino, pues a solas hemos de traspasar la Última Puerta.
Pero durante nuestra andadura, vamos llenando el petate de odios y amores, de ilusiones y llantos, de alegrías y enfados. De aquellos que quisimos y nos amaron; pero también de los que nos decepcionaron.
Llevamos un libro lleno de cicatrices, donde prensamos flores perfumadas que no queremos olvidar, y donde anotamos los agravios que deseamos extraviar.
Se nos escapa la vida;
Se nos vacía el reloj;
Y, sin embargo, aunque cada vez somos más pobres en Tiempo, somos más ricos en Verdad.
Se nos vacía el reloj;
Y, sin embargo, aunque cada vez somos más pobres en Tiempo, somos más ricos en Verdad.
(Publicado originalmente AQUÍ)
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