A aquí sigo...
Escuchando una y otra vez esa canción que me transporta al olor de tu cuello, al suave balanceo de tu abrazo. Que me lleva en volandas hasta tu cálido regazo en el que me acurrucaba por la noche.
Y aquí sigo...
Durmiendo en mi lado de una cama vacía que se me antoja inmensa.
Sintiéndome culpable por sentir como siento, por desear sueños imposibles, culpable por llorar al echarte de menos.
Y yo sólo quiero notar tus latidos otra vez, acariciarte el pelo, cogerte de la mano y mirarte a los ojos.
Y aquí sigo...
Con los pies fríos y el corazón aletargado, mirando un horizonte nublado que impide que los rayos de sol besen mi frente.
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