El imán que es tu cuerpo me abalanza sobre ti. Busco tus labios como néctar de ambrosía, busco el calor de tus manos templando las mías.
Mi piel se estremece con el contacto de tus labios en mi espalda, y si me susurras al oído el mundo se detiene, y me acunas en él.
Estás a mi lado, con los ojos cerrados ocultando la luz de una mirada que un día me transportó a un paraíso impensable.
Me acaricias muy despacio mientras beso tu piel, suave, caliente, oyendo cómo se acelera lentamente tu respiración.
Besos cálidos, húmedos...El placer en cada roce. Mis labios...tu piel...Una sonrisa dibujada en tu mirada cuando se cruza con la mía.
Estás aquí conmigo. No hay mundo fuera, no hay nadie más.
Solos tú y yo... nuestros cuerpos danzando en una marea de pasiones que no pueden detenerse puesto que nada las domina. Son ellas las que nos poseen, nos hacen respirar atropelladamente, lanzar nuestras lenguas a jugar, nuestras manos en busca de caricias y nuestros ojos a sonreír cuando nuestros labios están ocupados.
Una marea de pasiones que nos invita a Vivir.
Pero....siempre hay un “pero”. Tú eres Capuleto y yo Montesco. ¿Sabes, a caso, qué va a ocurrir?
1 comentario:
Uy, esto va a requerir una exégesis, jurl! aveces demasiado explicita otras demasiado oscura, cliclotimia! y Mnst!
Publicar un comentario